La Tronca de Nabidá es una tradición navideña.
Esta tradición se ha mantenido viva en el Altoaragón y en algunas zonas de Teruel.
La tradición aragonesa recoge ritos tan ancestrales como la Tronca de Nabidá. Una costumbre todavía viva en muchos hogares, donde la fiesta de la navidad no se concibe sin este acto. La naturaleza viva, el fuego, el humo, la ceniza, la magia, la familia, se unen de forma especial en la Nochebuena y en los días posteriores.
La cristianización de los pueblos paganos conllevó una transformación de los ritos antiguos hacia una justificación de los mismos. El nacimiento de Jesús, -una nueva era-, se sitúa en el solsticio de invierno, -una nueva estación-. Actualmente, la tronca, está totalmente integrada en la religión cristiana, pero conservando los elementos paganos de su origen.
Orígen y celebración
Se ha conservado esta tradición en Aragón que reunía a la familia entorno al hogar, en el que ardían troncos en la fría época navideña. La tronca de navidad, también denominada tizón, troncada o toza, se seleccionaba entre toda la leña recogida para la estación invernal. Se elegía el tronco más grande y en Nochebuena se bendecía y se escondían en él algunas golosinas.
Según cuentan los abuelos del lugar, esta toza tiene que arder hasta el día de Reyes y la parte no quemada se guarda en la falsa (buhardilla) para proteger la casa y la familia de los rayos y las tormentas. Se guardaba para la próxima Navidad donde se colocaba con la tronca nueva para que la vieja le pasase su fuego.
Existen variaciones a este antiguo ritual que se ha conservado hasta nuestros días. Por ejemplo, en algunos lugares la toza no se bendice, en otros, además de hacerlo con el porrón, se bendice con un pedazo de torta de Navidad; hay zonas en las que quien bendice la tronca es el padre de familia o el mas mayor de la casa.
En torno al fuego del hogar el rito de la Tronca de Navidad, que debe estar permanentemente encendida, alcanza protagonismo pues a través del fuego se restablece la comunicación con los antepasados y quedan unidos con su descendencia. El fuego es el vehículo que une a la familia, el padre de familia y el niño más pequeño que son los oficiantes, con el mundo del Mas Allá mediante la ceremonia de la bendición y quema de la Tronca.
En algunos lugares de Aragón, el fuego, en el centro del hogar, reúne a toda la familia y según la tradición, los espíritus de familiares fallecidos se guiarán por el resplandor de las llamas para volver esta noche, la de Nochebuena a la casa. La protegerán con su presencia fantasmal, y garantizarán su continuidad. A los espíritus hay que dejarles ofrendas, se les pone comida.
Esta costumbre de las donaciones a los antepasados es la que posiblemente evolucionó a través de los siglos a la de los regalos de Navidad.
La madera del leño ha de ser fuerte (olivo, almendro, nogal, carrasca, encina, olmo o roble) y se recoge durante la primavera, cuando se va al bosque a preparar la leña para el invierno siguiente. Se reserva entonces la toza más grande para el día de Navidad, y antiguamente era el varón de la casa el encargado de cortar el árbol que serviría de leño navideño. Al cortarlo se le decía:
Tú eres el elegido para hacer la tronca. Perdónanos
A continuación se llevaba hasta la casa donde debía instalarse en el fogaril (hogar-fuego), para bendecirlo y pegarle fuego. La tronca debía quemar como mínimo de Nochebuena a Reyes, aunque variaba según los lugares. Hay un dicho que dice:
Tizón verdadero, de Navidad a Año Nuevo
Pero más importante que el tiempo que la tronca quemaba en el hogar, lo era el recoger la ceniza “bendita” que se consideraba que tenía propiedades y se utilizaba como abono en Benasque, para extender por los campos en el Serrablo, o para blanquear la ropa o prevenir el piojillo en gallinas y conejos.
En otras zonas, antiguamente ponían dos leños en forma de cruz y era el más viejo de la casa quien encendía la tronca y hacia la señal de la cruz con el porrón. El fuego se mantenía hasta la festividad de la Candelaria (febrero). Las cenizas que creían que tenían poderes mágicos, en el Campo de Jaca, las esparcían con los trigos de siembra para evitar las plagas de las cosechas.
Con la bendición y el encendido termina la ceremonia en el Pirineo, pero en algunas zonas del Pirineo oriental y Aragón se incluyen las baradas para que cague la Tronca.
Sea cual sea el uso que en la actualidad se hace de este rito ancestral, lo cierto es que antiguamente servía para la conservación de la casa y su permanencia y constituía una manera de regeneración al convertir el árbol en ceniza y ser esta la simiente que traería la vida nueva.
Lo tizón de Nadal
Antes de la cena de Nochebuena, toda la familia se reúne alrededor del fuego y bien el más mayor o el más pequeño, depende de las casas, con el porrón en la mano, echa vino sobre la toza haciendo la señal de la cruz sobre esta y diciendo al mismo tiempo:
Buen tizón
Buen varón Buena moza
Buena toza
Buena brasa Buena casa
Que Dios mantenga de pan y vino
A todos los de esta casa.
Existian muchas variantes de bendecir según la zona:
Toza, yo te bendigo en el nombre del padre, del hijo y del Espíritu Santo.
O bien:
Bebe tizón,
Bebe porrón,
Tu por la boca
Yo por el garganchón.
Buen tizón,
Buena casa,
Buena brasa.
Que Dios conserve
A los amos de esta casa
O también:
Tronca de Navidad
yo te bendigo
con pan y vino.
Tronca de Navidad
yo te bendigo
con vino y pan.
El niño se sienta "a escarramanchas" sobre la toza y la golpea con un palo mientras dice:
Tizón, caga turrón
ó
Güen tizón, güen barón,
güena casa, güena brasa,
Dios mantenga á l'amo
y á la dueña d'ista casa
La referencia escrita más antigua que se conoce de esta tradición es de Ana Abarca de Bolea, abadesa del oscense Monasterio de Casbas, en el siglo XVII:
"Toz la claman buena noche,
dirálo la colazión
y lo tizón de Nadal
que ye nombrado tizón"
Esta manera de celebrar el ritual de la tronca adquiere un carácter lúdico, pues además de bendecirla se aprovechan los huecos del tronco para colocar dulces, golosinas, caramelos, galletas, nueces, chocolate, turrón, monedas y juguetes que hacen las delicias de los más pequeños de la casa.
Los niños deben ir a otra habitación para mojar el palo o las tenazas con agua y después golpear la tronca fuertemente mientras cantan alguna coplilla del tipo:
Tronca,
tronca de Nadal,
caga turrones i pitja vi blanc
o esta otra:
Tronca de Nadal
Caga turrons
I pisa vi blanc.
No cagues arengades
Que son salades,
Caga turrons
Que son ben bons.
Caga tió
Que si no te donaré
un cop de bastó
En algunas zonas y pueblos del Pirineo, combinan las dos modalidades rituales, bendiciendo y golpeando al Tizón:
Cabirón, cabirón
¡Caga turrón!