Se presenta como un árbol encima de cuya verde copa aparece como remate una cruz latina, o lo que lo mismo cuyo palo vertical es más largo que el travesaño horizontal, de color rojo (gules), todo ello destacando sobre color amarillo (oro). Detengámonos un momento en el análisis del árbol. Se trata de una encina y vemos como ésta muestra sus siete raíces o raigones dando la sensación de un árbol que flota.
La leyenda se ha adueñado de este emblema. Según narra los cristianos altoaragoneses habían marchado desde el famoso monasterio de San Juan de la Peña hasta Aínsa, lugar que consiguieron arrebatar a los musulmanes. Más tarde las fuerzas islámicas atacaron y cuando la victoria en esta ocasión estaba a punto de quedar de lado mahometano apareció una cruz roja sobre una encina verde. Tras esta aparición la suerte cambió y el triunfo fue para los cristianos.
La cruz sobre el árbol se convirtió en el símbolo del mítico reino de Sobrarbe al jugar con las palabras. Así “sobre-árbol” acabó significando “sobre Arbe” y se identificó con el territorio de Aínsa. Estas tierras quedaron definidas como un distrito que quedaba al norte de Arbe, sierra que cierra por su parte meridional la comarca.
En la Edad Media éste emblema nunca se utilizó por los reyes de Aragón que sólo reconocían como propios los tres anteriores motivos que se han analizado. La primera vez que se tiene documentado este árbol con la cruz roja en su parte alta acompañando al resto de los emblemas es en la portada de un libro editado en 1499 titulado Coronica de Aragón, obra por cierto que es la primera historia de Aragón que vio la luz en una imprenta. Lo hizo el monje Gauberto Fabricio de Vagad, y en su interior mencionó que sus elementos fueron “las primeras armas de los reyes de Sobrarbe” mientras unas pocas décadas después Zurita lo considera una simple y nueva invención.
Investigadores como Guillermo Fatás y Guillermo Redondo explican que hay que relacionar la aparición de este emblema con el momento histórico que se vivía a fines del siglo XV, cuando el rey Fernando el Católico (1479 - 1516) intentaba imponer en Aragón un tipo de monarquía autoritaria y un modelo nuevo de Estado que chocaba con el espíritu de la legislación aragonesa, contra la esencia misma de los fueros y libertades que aquí se tenían. De manera muy resumida se expresó en la conocida frase que en Sobrarbe “antes fueron leyes que reyes”, palabras que querían significar que los aragoneses y sus libertades estaban por encima de la institución monárquica. Se decía que las gentes de aquel fantástico Sobrarbe, antes de convertirse en reino, habían redactado unas leyes o fueros para gobernarse con ellos, después eligieron a uno como rey y, finalmente, le obligaron a jurar aquellos fueros que limitaban el poder político de los soberanos.
El emblema del Árbol de Sobrarbe, o simplemente Sobrarbe como se le menciona modernamente, fue el último en incorporarse, pero se asumió con rapidez y a partir de entonces su aparición se hizo cada vez más habitual, sobre todo desde fines del siglo XVI cuando peligraban las libertades aragonesas frente al rey Felipe II (1556 - 1598). El reino de Aragón vivía en aquellos momentos graves tensiones y enfrentamientos contra el monarca que acabó ordenando la invasión militar del territorio, la ejecución del Justicia del reino en 1591 y el recorte de los fueros en el transcurso de las Cortes de Tarazona celebradas un año después.