jueves, 13 de octubre de 2011

Torla

Como pueblo del Alto pirineo aragonés, (1.033 m.) ha sido paso fronterizo durante siglos. Creó su propia cultura e historia debido a su desconexión, emplazamiento, con España, así como con Francia.

Durante el reinado de Juan II se debió de construir un torreón o castillo para defenderse de las primeras invasiones de los franceses. En el siglo XIV fue villa de realengo y sede de vicaría.

Hasta hace unos años en los que Torla se abrió al turismo, su medio de vida fue la ganadería, y el estraperlo o contrabando de los años 40-50. Gracias al "paquetero" muchas casas y familias del lugar pudieron mantenerse.

Hoy día Torla vive volcada al turismo, su mayor fuente de ingresos. Y con ilusión y alegría cada día dan la bienvenida a turistas y amigos en este marco natural inigualable.

Se celebran sus fiestas patronales el 12 de octubre en honor a la Virgen del Pilar.

Su tradicional danza del Rapatán, es exclusiva de la Villa de Torla. Sus personajes, Mayoral el mas mayor, Rapatán el mas joven, los danzantes y las mozas interpretan lo que podría ser una lección de pastoreo.

El paloteao y la jota son similares a los de los pueblos de la comarca.

En el mes de febrero destaca el carnaval, de gran valor antropológico, transmitido de generación en generación.

Texto sacado de www.torla.es Os recomendamos este bonito pueblo del Pirineo Aragones.

domingo, 2 de octubre de 2011

Ojos Negros

Origenes Históricos

Las noticias de la ocupación del territorio de Ojos Negros en el pasado, nos lo dan la presencia de diversos yacimientos arqueológicos y sobre todo, los estudios relacionados con la minería y metalurgia en época celtibérica, romana y musulmana, llevados a cabo en los últimos años.

Encontramos la primera referencia sobre Ojos Negros en 1280 sobre su inclusión en el arciprestazgo de Daroca. Su historia está ligada a la Comunidad de aldeas de Daroca. Varios municipios de las actuales provincias de Teruel y Zaragoza dependieron de la villa de Daroca desde 1120, pero en 1248 el rey Jaime I, creó la Comunidad de aldeas de Daroca, excluyéndose ésta de la comunidad.

Las aldeas pasaban a ser administradas de forma autónoma por ellas mismas, aunque judicialmente dependieran de Daroca. Para organizarse se estableció una nueva organización, las sesmas, que eran una entidad administrativa intermedia entre la comunidad y la aldea. Ojos Negros estaba integrado en la Sesma del Río Jiloca.

Administrativamente, Ojos Negros ha pertenecido, de forma sucesiva, a la sobrecullida de Teruel (1446), sobrecullida de Daroca (1488-1495), a la vereda de Daroca (1646) y al corregimiento de Daroca (1711-1833). Se constituye como Ayuntamiento en 1834 y forma parte del partido judicial de Albarracín, para incorporarse en 1955 al partido judicial de Calamocha.

Origen y evolución de la población
La localidad de Ojos Negros es un municipio lleno de riquezas históricas y vestigios de años atrás, con valor patrimonial y cultural. Los recuerdos de épocas prósperas recorren las tierras, ineludiblemente ligadas a la extracción en sus antiguas minas de Hierro, explotadas desde época íbera.

Estrecha relación con la minería
Según estudios realizados por arqueólogos Clemente Polo y Julián Ortega, existían procesos metalúrgicos en la zona en las épocas celtibérica, romana y musulmana, que derivaban en la extracción, transformación y forja de mineral.

La explotación industrializada que se efectuó en Ojos Negros comenzó a principios del siglo XX, con la fundación de la Compañía Minera de Sierra Menera por los empresarios vascos Eduardo Aznar y Ramón de la Sota, y duró, con algunas interrupciones, como el periodo de la Guerra Civil, hasta el año 1986, momento en el que dejó de funcionar debido a la crisis del sector de la siderurgia .

Como hecho más destacable de este periodo, es necesario señalar que dicha empresa construyó con una línea férrea que unió Ojos Negros y Sagunto, con un recorrido total de 204 kilómetros. A ese trayecto se le denominó El Tren Minero y en la actualidad se ha transformado en muchos tramos en Vía Verde, al aprovechar el trazado existente como ruta cicloturista o de senderismo. No obstante, en el tramo que trascurre entre las Minas de Ojos Negros y Santa Eulalia, sigue existiendo la antigua vía con sus raíles, por lo que no ha podido ser acondicionada como "Vía Verde", y está pendiente de una solución que cubra las aspiraciones de los municipios afectados, para darle un uso turístico y cultural que enlace con el interés por el patrimonio industrial y minero de la zona.

La explotación ha propiciado un paisaje en Sierra Menera, lleno de contrastes y de sugerencias. Desde lago naturales, que se generan por la recogida de aguas en la zona ganadera y de servicios. Además, hay pozos, simas, etc.

Sierra menera
Sierra Menera es el nombre que reciben los diferentes barrios de Ojos Negros, surgidos a raíz de la apertura de la Compañía Minera, que explotó, desde comienzos del siglo XX a la década de los ochenta, las minas de hierro.

El barrio de la Relojería se asocia generalmente al del hospital, debido a su cercanía. Así, en los alrededores de la Relojería, encontraremos el edificio del antiguo hospital, que da nombre al barrio próximo. También cerca, el que fue cuartel de la Guardia Civil, con una veintena de viviendas, el lavadero y las naves donde se guardaba la maquinaria pesada utilizada para la extracción del mineral.

Desde estos barrios podemos acceder en dirección norte a la ermita del Santo Cristo de Herrera. Y si nos dirigimos al oeste, llegaremos a las antiguas instalaciones mineras, totalmente abandonadas, como el cargadero de mineral y la nave de clasificación y trituración del hierro. En la misma dirección encontraremos los miradores de la Marajosa y el Alto del Lobo, desde los que se observa hermosas panorámicas de la zona.

A unos 800 metros del barrio del Hospital se encuentra el barrio del Centro, el de mayores dimensiones actualmente. Conserva diversos edificios relacionados con la antigua Compañía Minera, como el casino, el economato, las oficinas la iglesia y la piscina. En dirección sur hallaremos las ruinas del complejo de la gerencia, donde se ubicaba la oficina.

Frente al edificio de la gerencia hallamos el barrio de la Estación, con las ruinas de la estación de ferrocarril, desde la que partían los convoyes cargados de mineral, en dirección a Sagunto, en Valencia. También conserva lo que queda de las cocheras, donde se reparaban los trenes.

Finalmente, ya dentro del término municipal de Villar del Salz, se ubican los restos de los edificios conocidos como las “casas de Manolo", donde residían los trabajadores. (CAI).

Texto y fotografia: www.ojosnegros.es Os recomendamos este pueblo de la provincia de Teruel.

martes, 27 de septiembre de 2011

CASTILLO DE LOARRE

ORIGENES
Aunque con alguna reticencia, los historiadores de la España romana admiten que Loarre es la Calagurris Fibulariensis, cuyos habitantes, siguiendo el ejemplo de los oscenses, ofrecieron a Julio César su amistad y una sustanciosa ayuda en trigo y hombres para luchar contra los pompeyanos del general Afranio, los cuales fueron vencidos en la batalla de Lérida, el 2 de agosto del año 49 antes de Cristo.

Foto: Juan Jose Otal
Se supone también que la Galagurris-Loarre (distinta de la Calagurris Nassica, que es Calahorra de Rioja) era la residencia del obispo Jenaro que, con el título de Fibularia, asistió al concilio de Elvira en los primeros años del siglo IV.

El hallazgo de monedas romanas y aún ibéricas en las cercanías del castillo demuestra la posibilidad de una población loarresa muy anterior a la alta Edad Media.
Ninguna noticia se ha conservado de Loarre durante la dominación musulmana. En las obras de restauración de la portada del castillo, al derribar la hospedería del siglo XVIII que la ocultaba, se encontró una pequeña ventana de piedra con doble arco de herradura, mainel y alfiz, correspondiente al estilo de las iglesias mozárabes de la cuenca del Gállego (Lárrede, Busa, Gavín). Está claro que el indicio es pequeñísimo, pero podría hacer sospechar si, en los siglos IX y X, Loarre sería una población cristiana (mozárabe) sujeta al castellán moro de Bolea, la más importante plaza musulmana de la Sotonera, comarca plenamente islamizada. Y bien pudiera ser que el enclave cristiano de Loarre explicase la razón de su conquista por Sancho el Mayor de Navarra dentro del quinquenio 1016-1020: este célebre rey, después de liberar el condado de Aragón (desde Ansó).

PRIMERA EPOCA DEL CASTILLO
Hecho hasta Acumuer y desde el Pirineo hasta Sodoruel), se apoderó de la región mozárabe de Serrablo y prosiguió la lucha contra los moros hasta reconquistar los antiguos condados de Sobrarbe y Ribagorza, conquistando, de paso de uno a otro, a ribera islamizada del Cinca. Pienso que una verosímil inteligencia entre las guarniciones navarro-aragonesas del valle de Rasal y los mozárabes de Loarre separados por la sierra que va de los Mallos de Riglos hasta el pico de Monrepós haría relativamente fácil la incorporación de la población loarresa al reino de Sancho el Mayor, constituyendo un valioso enclave, prontamente fortificado, en la Sotonera islamizada y frente a la poderosa fortaleza de Bolea.

Consta con certeza la existencia del castillo de Loarre durante el reinado de Sancho el Mayor gracias al único documento que se ha conservado original de la cancillería del rey navarro. Se guarda en el Archivo de la Catedral de Huesca y se refiere a la donación de las villas altoaragonesas de Centenero y Salamañana (hoy pardinas, cerca de Anzánigo), hecha por aquel monarca a favor del influyente conde Sancho Galíndez procedente de la Garcipollera, con fecha dei 14 de abril de 1035. En la tercera columna del escatocolo del diploma se registra, entre los pro­hombres del reino, el nombre del señor Lope Sangic in Luar: tope Sánchez, tenente del castillo de Loarre.

Una tradición local sostiene que el conde Julián, el ultrajado por el rey Rodrigo o por Vitiza con la violación de una hija suya, el "traidor que abrió en el año 711 a Tarik las puertas de la España visigoda, vivió y murió en la fortaleza de Loarre bajo la dominación musulmana. Según Gerónimo de Blancas fue encerrado por los moros en el castillo loarrés, donde pasó el resto de sus días fuertemente sujeto por cadenas. El P Mariana consigna que en su tiempo y en Loarre se enseñaba el sepulcro del conde Julián, "de piedra, fuera de la iglesia del castillo, do dicen comúnmente estuvo sepultado". El benemérito historiador altoaragonés, P. Ramón de Huesca, escribió a este propósito: "El mencionado sepulcro estaba en lo alto de la escalera frente a la puerta de San Pedro, donde lo he visto algunas veces. Años pasados escribía en 1796 lo abrieron algunos hombres que hicieron varias excavaciones en el castillo, buscando tesoros y no antigüedades; y según me han informado, hallaron dentro los huesos de un cadáver, una espada y un pergamino, el que destrozaron sin llegar a las manos de quien pudiera leerlo. No sé si estos mismos o algunos otros, poseídos del celo de Blasco de Lanuza, quien dice debiera quitarse de allí aquella memoria, porque no la hubiera tan grande de uno de los hombres mas malos que ha tenido el mundo, lo han quitado y deshecho, de modo que no parece en parte alguna".

De Ramiro 1 a Pedro I
El 18 de octubre de 1035 murió el rey Sancho el Mayor de Navarra y sus dominios fueron repartidos, como es bien sabido, entre sus cuatro hijos, correspondíendo a Ramiro I el reino de Aragón Serrablo y al hermano de éste, Gonzalo, el de Sobrarbe-Ribagorza. Al morir éste sin sucesión en 1043 los dos nuevos reinos pirenaicos se unieron en la persona de Ramiro I.

Se ha creído que el rey Gonzalo obtuvo, dentro del reino del aragonés, el dominio del castillo de Loarre. Pero no es cierto: Loarre fue siempre de la jurisdicción de Ramiro I, debiéndose aquella creencia a una falsa interpretación del topónimo Loarte, que no se refiere a Loarre, sino al castillo de Llort en el Noroeste del condado de Pallars, lindante con el de Ribagorza.

Durante el reinado de Ramiro I, que se sepa, la tenencia de la fortaleza loarresa fue ejercida por el senior Fortuño Aznárez, citado en documentos del año 1046, y por el senior Lope Garcés, según noticias documentales que van del 10,54 al 1064. En este período debió de ser de capital importancia el papel desempeñado por el castillo de Loarre, cuando en 1057-1058 el rey Ramiro I intentó conquistar la plaza de Bolea con la complicidad de algunos mozárabes y de algunos moros de la Sotonera y de la Hoya de Huesca. Aunque llegó a entregarse al aragonés, al menos nominalmente, el fuerte de Puibolea, la intentona fracasó y los cómplices del monarca cristiano fueron duramente castigados por las autoridades musulmanas. Sin embargo, la fortaleza de Loarre no sufrió daños ni se alteró su estado, pudiendo continuar en su misión de vigía y de amenaza sobre la islámica Sotonera.
En la década de los años 70 del siglo XI, el hijo y sucesor de Ramiro I, el rey Sancho Ramírez, revitalizó la fortaleza de Loarre, uniendo a su función militar una misión religiosa, mediante la fundación de un monasterio de canónigos regulares de San Agustín, de la que trataremos con detalle.
Fue nuevamente Loarre base estratégica para una nueva intentona contra Bolea, en 1083, esta vez con éxito pasajero, porque la plaza fue conquistada, pero el rey Sancho Ramírez no pudo retenerla y la perdió al poco tiempo. Los documentos conservados no citan ningún señor en Loarre desde 1064 hasta este año y el siguiente, en que la tenencia estaba confiada a García Sánchez, un prohombre procedente, al parecer, de la población de Grasa, en el valle del Guarga.

Nuevamente las fuentes documentales registran con frecuencia el nombre del tenente loarrés entre los años 1091 y 1114: Fortuño López, que debió de desempeñar un papel muy importante en la segunda y definitiva conquista de Bolea que, después de la conquista de la Hoya de Huesca, completamente aislada, permanecía fiel a Mostaín II, rey moro de Zaragoza. El ejército de Pedro I, partiendo de Loarre, Marcuello, Ayerbe, Aniés y Huesca, atacó Bolea en el mes de septiembre de 1101. Los moros de Zaragoza, al tener noticia del ataque, enviaron una expedición de auxilio que presentó batalla a los aragoneses en las proximidades de Bolea en octubre. Vencieron éstos y Bolea tuvo que rendirse, siendo confiada la tenencia de su castillo al señor de Loarre, Fortuño López.

El monasterio de Loarre
Dentro del marco de la reforma gregoriana, se procedió a la fundación de un nuevo monasterio de canónigos regulares en el castillo de Loarre. Un documento, considerado falso, explica que el 18 de octubre de 1071, desde Letrán, el papa Alejandro II explidió la bula Quamquam sedes, por la que tomaba bajo la protección apostólica la nueva fundación debida al rey Sancho Ramírez con la intervención del cardenal Hugo Cándido. Está dirigida a "Simeón, prepósito del monasterio de San Pedro de Loar in Aragona provincia". No es seguro que el documento, tal como nos ha llegado, sea falso, pero sí parece claro que se trata de un diploma adulterado por los canónigos montearagoneses a propósito de los pleitos sobre exención episcopal que promovieron en el siglo XII contra los obispos de Huesca­Jaca. Su testimonio es sustancialmente válido.
Es de destacar en el citado privilegio pontificio que la nueva canónica loarresa había de ser presidida por un "prepósito" y no por un abad. Ello indica que la fundación de San Pedro de Loarre fue hecha siguiendo una modalidad diferente a la reforma del monasterio de Fanlo: en éste la autoridad era ejercida por el abad con cierta independencia del obispo diocesano; aquél fue puesto bajo la jurisdicción episcopal.

A pesar de que, por ahora, no se pueda atribuir a mi opinión más categoría que la de una simple hipótesis de trabajo, me parece será de interés dejar constancia de la verosimilitud de que la canónica agustiniana de Loarre fuera una fundación realizada por el infante García antes de su elevación al episcopado a raíz de la fundación del obispado de Jaca en 1075-1076.
Hay una razón de peso para la formulación de la citada hipótesis: siendo el infante García obispo, y con motivo de la erección de la catedral de Jaca en 1076, introdujo en ella una comunidad de canónigos regulares. En el documento que otorgó en esta ocasión, el obispo-infante cede a la canónica jaquesa "cuanto pertenece al derecho episcopal en Loarre, más las casas que allí ha edificado recientemente". Cierto que es difícil calibrar el alcance de esta frase, pero parece debe ser puesto fuera de duda que las únicas "casas" edificadas en Loarre poco antes del año 1076 sólo podían ser las dependencias monásticas anexas al castillo de los tiempos de Sancho el Mayor. Y que "cuanto pertenecía a la jurisdicción episcopal" en esta fortaleza únicamente pudo ser la canónica allí fundada, ya que es improbable que García se refiriera a una simple iglesia parroquial.
Por otra parte, una bula atribuida a Gregorio VII y falsificada en la curia romana a mediados del siglo XII, ha conservado la creencia entonces imperante de que fue precisamente el obispo-infante García el adalid de la reforma gregoriana en Aragón, al afirmar que, gracias a su guía y consejo, fue posible en el reino aragonés desterrar "la superstición de la ilusión Toledana y la implantación de la ley y de las costumbres romanas".

Estos testimonios documentales, aun habiendo cuenta de su precariedad, parece que permiten formular la hipótesis de que San Pedro de Loarre fue fundado por el infante García de acuerdo con su hermano, el rey Sancho Ramírez, la alteración de cuyas relaciones personales dieron más tarde un nuevo rumbo a la canónica loarresa, como veremos enseguida.

Ante la grandiosidad y magnificencia del monasterio de Loarre, que supera en mucho las construcciones del monasterio de San Juan de la Peña, por ejemplo, y las de la abadía de Montearagón, más tarde, puede preguntarse el historiador acerca del plan o de la intención que abrigaron el rey y el infante al proceder a la edificación loarresa. Anteriormente el reino de Aragón, eminentemente rural, no había conocido más que iglesias pequeñas, muy reducidas. ~La obra de la canónica de Loarre, pues, en su grandiosidad, no tenía precedentes en el país. Es posible que este interrogante no obtenga jamás una respuesta satisfactoria, por falta de testimonios. Puede que la intención del rey y del infante, de acuerdo con las normas romanas y con las necesidades del reino, fuera establecer en Loarre el centro diocesano que, evidentemente, necesitaba una diócesis como la de Huesca, a la sazón dividida por la frontera política que separaba el Aragón cristiano y libre del territorio diocesano sujeto a las autoridades musulmanas. ¿Se pretendió dar al obispo mozárabe de Huesca una sede provísional en el castillo-monasterio de Loarre? ¿O intentarían la restauración del obispado de Fibularia, que, como dijimos, se cree tuvo su sede en la Calagurris Fibulariensis? Imposible contestar estos interrogantes.

Lo cierto es que el rey y el infante, a poco de la fundación de Loarre, procedieron a la creación del obispado de Jaca, ciudad recién fundada por Sancho Ramírez, con territorio desmembrado del obispado de Huesca. Y que para ocupar la nueva sede, aprobada con reticencias por Gregorio VII, fue elegido el infante García en 1075, aproximadamente. No antes de este año se inició la construcción de la catedral jacetana, el único edificio que supera en grandiosidad a San Pedro del castillo de Loarre.

Prosiguiendo en la línea de la reforma gregoriana, García introdujo en la recién erigida catedral de Jaca, como hemos apuntado, la regla de san Agustín. Fue en 1076, en junio de cuyo año Sancho Ramírez sucedió en el reino de Pamplona a su primo hermano, el rey Sancho de Peñalén, asesinado por sus hermanos.

Los seniores
Decidida la fundación del monasterio agustiniano de Montearagón, el castillo de Loarre volvió al brazo secular y a la corona aragonesa, que siguió confiando su tenencia a los señores. Conocimos ya anteriormente al tenente del castillo de 1091 a 1114: el senior Fortuño López, a quien fue encomendada también la tenencia del de Bolea a raíz de la conquista de esta villa.
La sucedió en ambos seniorados Pere Petit, personaje quizá de procedencía franca, afincado posiblemente en Plasencia del Monte. Su nombre y cargo aparecen frecuentemente en lo documentación hasta el año 1133. Es probable que fuera una de las víctimas de la desgraciada batalla de Fraga en 1134, que costó la vida al propio rey Alfonso I el Batallador.
Tras una corta posesión por Sancho Juanes, las dos tenencias de Loarre y Bolea fueron separadas, figurando como tenente de la primera, desde 1134 hasta 1140, Lope Fortuñones, y de 1145 a 1169 un prohombre llamado Arpa, señor de Olivito, que en 1135 era, probablemente, mayordomo de Ramiro II el Monje.
El último de los tenentes conocidos de Loarre es Jimeno de Artusella, señor también de Bolea, el cual aparece en documentos de 1172 como alférez del rey y de 1174 como mayordomo de Alfonso ll, a cuyo servicio estuvo hasta la muerte de este monarca, acaecida en 1196. Fue muy favorecido por éste, de quien recibió las donaciones del puerto de Salou y de otras heredades en el campo de Tarragona.

Población de Loarre
La guerra antimusulmana, como idea motora de la política aragonesa en las regiones de la actual provincia de Huesca, dejó de tener vigencia a lo largo del siglo XII, en el curso del cual muchas antiguas fortalezas, según el modelo del castillo de Almudévar, del que se conserva excelente documentación, fueron pobladas, convirtiéndose en villas, y sus tierras puestas en explotación.
Es probable que Loarre, perdida su importancia militar y su carácter monástico, siguiera también esta transformación, levantándose a la falda del castillo una nueva villa como nuevo núcleo urbano de la primitiva y mozárabe, emplazada en el lugar que ocupa actualmente la población loarresa, conocida en adelante como burgo de  San Esteban de la Huerta, presidido por una iglesia del siglo XII dedicada al protomártir cristiano.
La nueva villa, surgida en los costados oriental y meridional del castillo, fue cercada por la recia muralla que aún se conserva, en el siglo XIII o principios del XIV. Y junto con el burgo de San Esteban, llegó a alcanzar un máximo de setenta fuegos, número que permaneció inalterable durante toda la baja Edad Media.

Guerau de Cabrera
En el año 1208 murió el conde Ermengol VIII de Urgel y su viuda, la condesa Elvira, ante las pretensiones del vizconde Guerau de Cabrera, aspirante a la corona condal, donó el condado al rey Pedro II.

Guerau se levantó en armas y se hizo fuerte en la ciudad de Balaguer (Lérida). Vencido al fin, se entregó al monarca, el cual lo recluyó con su mujer e hijos en el castillo de Loarre. Muerto Pedro II, a requerimiento de la nobleza catalana, el vizconde Guerau fue puesto en libertad e ingresó en la Milicia del Temple.

Pedro de Ahones
El mismo Pedro II había empeñado los castillos y villas de Loarre y Bolea a Pedro de Ahones, hermano del obispo de Zaragoza y conde de Ampurias. Durante las pendencias de los primeros años del reinado de Jaime I el Conquistador, Pedro de Ahones se opuso al rey, con quien llegó a luchar cuerpo a cuerpo en Burbáguena. 'En precipitada huida hacia Cutanda, Pedro de Ahones fue perseguido y alcanzado por Jaime I y sus hombres, que le hirieron mortalmente. Corría el año 1225. Después de enterrarlo en Daroca, el rey se dirigió a Bolea y Loarre, para recobrar estas villas y castillos, pero se encontró con que estaban guarnecidos por el infante Fernando y Pedro Cornel, y desistió de asaltarlos.

De Jaime 1 a Jaime II
Pacificado, al fin, el reino, Loarre volvió a la corona en la persona del rey Conquistador, el cual en 1263 cedió la tenencia del castillo a los frailes del Hospital de San Juan de Jerusalén, quienes, al parecer, no intentaron sacralizario otra vez mediante la fundación de una encomienda de la orden. Estando en Lérida a 23 de mayo de dicho año, Jaime I ordenó a los vecinos de Loarre que tributaran anualmente 50 cahices de trigo y otros tantos de ordio a los hospitalarios "tenentes del castillo".
Estos debieron de ejercer la tenencia hasta el 1285, en cuyo 7 de mayo el rey Pedro III, en guerra contra los franceses, ordenó a fray Galcerán de Timor que entregase el castillo de Loarre al abad Fernando de Montearagón.
No figura este abad en el abaciologio montearagonés, porque no fue reconocido por los canónigos. La abadía vacó en agosto del año anterior, 1284, y fue elegido para ocuparla, a principios de septiembre, el prior de Gurrea, Jimeno Pérez, quien no pudo conseguir la confirmación pontificia, porque el papa Martín IV, a causa de la guerra de Sicilia, había excomulgado a Pedro II de Aragón, Entretanto el rey aragonés había nombrado abad de Montearagón al infante Fernando, a quien confió después la custodia del castillo de Loarre. Nombramiento que no fue aceptado por los canónigos de Montearagón, los cuales repitieron la elección el 24 de septiembre de 1285 en Navarra en presencia del cardenal legado Juan, eligiendo, por segunda vez, abad al prior Jimeno Pérez.
Refiere Zurita que en el año 1287, durante la guerra de la Unión, Pedro de Ayerbe, señor de esta villa, tío del rey y cabecilla de los adversarios de éste, corrió Loarre, matando y prendiendo a muchos de sus vecinos.
Durante el reinado de Jaime II, la tenencia de Loarre fue concedida en 1294 a Lope de Gurrea y en 1315 a Blasco Pérez de Azlor, después de cuya muerte pasó a Pedro Fernández de Bergua.

Loarre, siglo XIV
A lo largo del siglo XIV el castillo de Loarre pasa fácilmente de unas manos a otras en virtud de una política de la corte real que se sirve de la fortaleza y de la villa para buscar soluciones a conflictos económicos, a pesar del privilegio concedido por Alfonso IV en diploma otorgado en Zaragoza el 16 de mayo de 1328. En esta ocasión el rey daba libertad "a los hombres suyos de Loarre" y les confiaba la tenencia del castillo que ellos habían de custodiar a sus expensas, debiendo devolverlo a la corona a petición del monarca, el cual les prometía, asimismo, que Loarre jamás habría de ser enajenado del patrimonio real.

Esta situación no duró demasiados años: el 21 de diciembre de 1347, Pedro IV, para recompensar sus servicios, concedió a Pedro Jordán de Urriés, baile general de Aragón, la alcaldía, tenencia y custodia del castillo de Loarre, que, poco después, a 22 de febrero de 1349, mandó fuese entregado a Pedro López de Jasa.

Pedro IV, estando en Huesca el 24 de septiembre de 1357, apurado por los problemas económicos provocados por la guerra que sostenía contra Castilla, vendió por 12.000 sueldos jaqueses el castillo y villa de Loarre a Pedro Jordán de Urriés y a la esposa de éste, Toda Martínez de Riglos, los cuales, unos días antes, habían comprado por 50.000 escudos el castillo y la villa de Alquézar. Se pactó que si el importe de la venta más los gastos hechos en mejoras eran cubiertos, los compradores devolverían al patrimonio real el castillo y la villa loarresa. El adinerado Pedro Jordán de Urriés compró en 1360 a Pedro Martínez de Arbea por 10.000 libras jaquesas la baronía de Ayerbe, y el 8 de mayo de 1366 Pedro IV le cedió los derechos que podía tener en la misma.
 La recuperación de Loarre por la Corona no pudo realizarse hasta el año 1381, en que fue redimido por los propios vecinos de la villa a cambio de la remisión de ciertos tributos por parte del rey. La cantidad que había de devolverse a Jordán de Urriés se estimó en 150.000 sueldos, para acabar de conseguir los cuales Pedro IV autorizó, a 1 de octubre de dicho año, a los vecinos a vender los censos muertos y los "violarlos". Devuelta de suma total, el 26 de noviembre siguiente, el sobrejuntero de Huesca, en nombre del rey, se posesionaba de la villa y del castillo.
Pero una vez más los apuros económicos, en este caso motivados por la guerra de Italia, hicieron que Martín I, en Barcelona el 29 de octubre de 1408, vendiera el castillo, la villa y las aldeas de Loarre (Novalla, Santa Engracia y Javierra) a Ramón de Mur, baile general de Aragón, por la cantidad de dos mil florines. Antes de que pudiera recuperarse Loarre, murió sin sucesión el rey Martín I, el 31 de mayo de 1410, iniciándose el largo interregno que terminó en el Compromiso de Caspe con la elección de Fernando I de Antequera, el 28 de junio de 1412.

Antón de Luna y Doña Violante
El jefe de los partidarios aragoneses del aspirante al trono, el conde Jaime de Urgell, fue Antón de Luna, quien mantuvo su rebeldía, aun después del Compromiso, desde las fortalezas de Loarre, Bolea, Marcuello, La Peña y Biniés con tropas francesas e inglesas reclutadas en Gascuña. Antón de Luna residió en Loarre a la espera de la decisión de los compromisarios de Caspe. Y al pronunciarse éstos contra las pretensiones de Jaime de Urgell, el de 'Luna decidió continuar apoyándole con el empleo de la fuerza, al tiempo que el pretendiente se fortificaba en la ciudad de Balaguer.
El 13 de mayo de 1413, estando en Gascuña Antón de Luna, Fernando 1 conminó a los de Loarre para que cesasen en su rebeldía. Obtenida una respuesta negativa, el castillo fue sitiado por Juan Delgadillo, el cual tuvo que levantar el cerco ante la llegada de Antón con un contingente de soldados ingleses. Poco después, el 11 de agosto, se rindieron los urgellistas establecidos en el castillo de Montearagón. Y el 31 de octubre el propio conde Jaime de Urgell dejó de resistir en Balaguer.

A fines de septiembre Antón de Luna huyó a Navarra, y la defensa del castillo de Loarre fue encomendada a su prima y, al parecer, amante Doña Violante de Luna, la última Urgellista de Aragón, que no se rindió hasta unos tres meses después de la rendición de Balaguer. Era esta intrépida mujer abadesa del monasterio de Trasovares, del que se fugó en escandalosa secularización. Ello dio motivo a que su tío, el papa Benedicto XIII, suprimiera el cenobio femenino.
En una carta, llena de optimismo, que Violante escribió a Elfa de Luna, a la que llama "muit noble et cara fija", el 29 de julio de 1413, explica que "tiene el castillo de Loarre abastecido para dos años, menos en vino, pero cuenta con agua suficiente y muy fina que vale por vino".
Después de su rendición, Violante estuvo presa o en libertad vigilada y se intentó su conversión, dado que hubo quien pensara que el diablo tenía su cuerpo de mujer. Sin embargo, se paseaba altiva por las calles de Ayerbe, en 1414, llevando de la mano a un hijo suyo.

Ocaso de Loarre
Recuperado el castillo de Loarre tras la derrota de doña Violante, fue donado en feudo por Alfonso V a su hermano, el infante Juan, mediante documento fechado en Valencia el 30 de marzo de 1418, junto con la villa y el castillo de Bolea. No obstante esta concesión, el mismo monarca, después de la conquista de Nápoles, para recompensar los servicios prestados por Antonio de 'Luna (quizá pariente del rebelde Antón de Luna), le donó la baronía de la villa y castillo de Loarre. Poco después Antonio de Luna vendió la baronía a Felipe y Juan de Urriés con pacto de retroventa, es decir, en el buen entendido de que si devolvía la cantidad pagada, villa y castillo retornarían a su propiedad en baronía.

Ante la resistencia de Felipe de Urriés al cumplimiento del pacto de retroventa, Alfonso V, a 22 de julio de 1427, le ordenó restituir Loarre a Antonio de Luna, dado que éste estaba dispuesto a devolver la suma de dinero convenida.
Juan II, por fin, incorporó definitivamente a la corona en 1468 el castillo y la villa de Loarre. En adelante la célebre fortaleza loarresa, gobernada por un alcaide nombrado por el rey, pasa desapercibida en la historia aragonesa, hasta nuestros días, registrándose sólo una fugaz estancia de las tropas reales en la Guerra de Sucesión y su esporádica utilización por algunas partidas de guerrilleros durante la de la Independencia.

La parroquia
Es obvio que, dadas las respectivas situaciones geográficas, era mucho más fácil, bajo todos los conceptos, la vida en el burgo de San Esteban de la Huerta que en el escarpado paraje del castillo. De ahí que los pobladores de éste fueran abandonando el recinto amurallado ya a fines del siglo XV para establecerse en el burgo, donde al final acabó por trasladarse también la parroquialidad que, hasta entonces, radicara en la iglesia de San Pedro del Castillo.

Esta, como ya queda dicho, pertenecía a la jurisdicción eclesiástica de la abadía de Montearagón, igual que la iglesia de San Esteban de la Huerta. Por consiguiente, los diezmos del término de la villa, que era de realengo, eran percibidos por el monasterio montearagonés, al que incumbía la obligación de mantener en Loarre un vicario y, durante el siglo XIII, una exigua comunidad de clérigos racioneros.

Después de muchas discusiones y pleitos entre los abades de Montearagón y los obispos de Huesca-Jaca sobre la percepción de la cuarta parte del diezmo de las iglesias del abadiado el llamado cuarto decimal, que en derecho corresponía al obispo diocesano, el oscense García de Gudal, a ruegos del rey 'Pedro II de Aragón, suscribió un acuerdo con el abad infante Fernando, en virtud del cual cedía a éste y a su canónica el cuarto decimal, entre otras, de la iglesia parroquial de Loarre. 
La célebre y poderosa abadía montearagonesa confió en 1257 la división de su patrimonio en dos mensas o administraciones separadas, la abacial y la canonical, a tres árbitros para que repartieran los bienes entre las dos con el consejo de Domingo de Sola, obispo de Huesca. Fueron fray Andrés, obispo de Valencia y visitador apostólico, Adam, canónigo sacristán de Montearagón y el maestro Aldeberto, clérigo de Huesca, quienes atribuyeron a la mensa canonical montearagonesa, entre otras muchas, las iglesias del castillo y del burgo de Loarre.

El 15 de mayo de 1505, realizadas las pertinentes obras de adaptación de la antigua iglesia de San Esteban de la Huerta, y construida la magnífica torre-campanario, que todavía subsiste, se realizó el traslado de la parroquialidad desde la iglesia de San Pedro del Castillo a la de San Esteban. Poco después se construyó una capilla, en esta iglesia, para guardar las reliquias de san Demetrio, trasladadas también del castillo.

El papa san Pío V, en 1571, decretó la desmembración del abadiado de Montearagón en un plan de redotación de los obispados de Huesca y Jaca, a los que separó, y de dotación de la nueva diócesis de Barbastro. Las dos iglesias de Loarre, conforme a este decreto papal, fueron incorporadas al obispado de Huesca, destinando parte de los ingresos eclesiásticos loarreses al seminario diocesano. Al año siguiente el obispo oscense Pedro del Frago visitó Loarre, anotando únicamente en el acta de la visita que la parroquia de San Esteban servía la iglesia anexa de «Santa María del lugar de Noballa». Volvió el mismo prelado a Loarre en 1579 y en el documento correspondiente registró que la parroquia de San Esteban tenía, además del mayor, dos altares laterales dedicados a San Sebastián y a Santa María, más la capilla de San Demetrio. La clerecía parroquial se componía a la sazón de un vicario, un capiscol, dos beneficiados (uno con el título de san Demetrio y otro con el de san Nicolás) y un sacristán. 'Esta parroquial fue derruida en el siglo XVIII y en su lugar, respetando únicamente la torre, se construyó la iglesia actual, terminada en el año 1733, incluida una nueva capilla destinada al culto de las reliquias de san Demetrio.

La iglesia de San Pedro del Castillo fue cedida al pueblo loarrés, que residenció en ella la cofradía de Nuestra Señora del Castillo en el siglo XVII. Y en 1688 los cofrades sufragaron un retablo barroco que se colocó en el ábside románico, ocultándolo, y los gastos de decoración de toda la iglesia, decoración desaparecida durante las obras de restauración.

Ha sido notable, en el curso de los siglos, el culto tributado por Loarre a las reliquias de san Demetrio, guardadas aún hoy en una bella arqueta románica, románica, que se encuentra en la parte inferior del retablo del santo en su capilla actual. Son las reliquias del procónsul Demetrio, martirizado en Tesalónica el 303, bajo el emperador Maximiano y cuya fiesta se celebra el 8 de octubre. La arqueta románica está encerrada dentro de una urna de cristal hecha en 1780.

Según la leyenda local (que se describe en las yeserías de los muros laterales de la capilla parroquial), dos clérigos franceses pasaron el Pirineo, acompañados de una acémila cargada con la arqueta de las reliquias de san Demetrio. A su llegada a la ciudad de Jaca, se echaron misteriosamente al vuelo las campanas de todas las iglesias, dando lugar a que fuera descubierta la preciosa carga que transportaban. Forcejearon con los clérigos franceses los jacetanos deseosos de que el tesoro quedara en Jaca, y ante la negativa de aquéllos, decidióse sacar los ojos de la acémila, conviniéndose en que las reliquias quedarían allí donde el animal se parase. Este echó a andar y, después de atravesar el valle de Rasal, cayó muerto frente al castillo de Loarre. Los clérigos franceses, fieles al convenio de Jaca, depositaron la arqueta relicaria en San Pedro del Castillo y los loarreses, en memoria del acontecimiento, levantaron una iglesia dedicada a Santa Marina en el lugar donde cayera la acémila.

Texto sacado de la página Web: www.castillodeloarre.com En esta Web podreis encontrar información detallada, fotos, vistas 360 º,... Os la recomendamos.

domingo, 25 de septiembre de 2011

La Puebla de Hijar

Los primeros restos humanos aparecidos en lo que hoy se conoce como La Puebla de Híjar fueron los encontrados en el Cabezo Redondo, pertenecientes a la Edad de Bronce. Sin embargo, las primeras evidencias de la existencia de civilización en tierras poblanas se obtuvieron con el hallazgo de una inscripción escrita en latín sobre el asentamiento íbero de “Osicerda”. El hecho de que la inscripción fuera escrita en latín es una clara muestra de la evolución de la ciudad íbera “Usekerte” hasta la romanizada “Osicerda”.

Durante la Edad Media, a principios del siglo XIII, la actual La Puebla de Híjar forma parte de las tierras propiedad del Señor de Urrea y su nombre es La Puebla de Gaén o de Gayén, la cual estaba poblada en su totalidad por moriscos. Existen documentos del año 1420 en los que se detalla con nombres y apellidos quienes eran los habitantes de la localidad por aquel entonces. Como herencia del paso de la cultura musulmana por La Puebla de Híjar, hoy en día aún se sigue utilizando la terminología y la tecnología agraria de aquella época. Es el caso de cosas tan cotidianas como las acequias, los zabacequias, el ador y multitud de términos más.

En el año 1268, durante la Reconquista, Jaime I lleva a cabo un intercambio de tierras con el Señor de Urrea con el fin de entregárselas a uno de sus hijos naturales, Pedro Fernández de Híjar. Tras este acuerdo se creará la Baronía de Híjar, dentro de la cual se encontraría La Puebla de Gaén. Es entonces cuando el nombre del pueblo cambia al todavía vigente La Puebla de Híjar. Los señores feudales estaban adquiriendo cada vez más poder político, con lo cual, como muestra de agradecimiento a la labor del Barón de Híjar, el Rey le concede una ampliación de su territorio y le otorga el título de Duque. Es así como se funda el Ducado de Híjar.

El Duque de Híjar ejerce ciertos derechos sobre los habitantes de La Puebla de Híjar, cobrando los llamados "sueldos" por el cultivo de sus tierras, por el uso de sus dehesas, del horno de pan, de los molinos de trigo y aceite, etc. Además, el Duque tiene total derecho para quedarse parte de la producción ganadera, hortícola y del cereal que se genere en sus tierras.

En 1495, Fernando I El Católico encarga la confección de un censo de las poblaciones del Ducado, siendo todos los habitantes de La Puebla de Híjar musulmanes.

Cuando en 1610 Felipe III decreta la expulsión de los moriscos de España, en La Puebla de Híjar quedan únicamente unos 27 habitantes. Al año siguiente, debido a la necesidad de que las tierras fueran trabajadas, el Duque de Híjar lleva a cabo la repoblación de la zona, trasladando a gente de otros lugares y concediendo a cada familia que se instalase en La Puebla de Híjar, una casa, un corral, una porción de terreno agrícola de regadío y otro de secano.

Ya en el siglo XIX, los gobiernos de Fernando VII comienzan a implantar en España las nuevas ideas liberales procedentes de Francia tras la Revolución Francesa. De esta forma se produce la desamortización de los señoríos, tanto laicos como los de la iglesia, y los pueblos pasan a gobernarse y administrarse por sí solos. Es entonces cuando La Puebla de Híjar se independiza tal y como hoy se le conoce.

Texto e imagen sacadas de www.lapuebladehijar.com
Os recomendamos visitar este pueblo turolense, sobre todo en Semana Santa donde se vive de una forma muy especial.

martes, 20 de septiembre de 2011

Alquezar

Hoy os presentamos Alquezar, un pueblo que esta muy cerca de Huesca y que merece la pena visitar.

Alquezar debe su nombre al castillo Al-Oasr construido para defender el acceso a la capital de la Barbitanya (Barbastro).

En este pueblo se puede visitar el Castillo Colegiata que fue declarado en 1966 Monumento Histórico Nacional.

El casco urbano del puebo tambien fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982 y os recomendamos que paseis por este espectacular entorno.

Podeís encontrar mas información de Alquezar en www.alquezar.org

Fotografía colgada en nuestra pagina de Facebook por Valentín Jiménez

domingo, 18 de septiembre de 2011

SOS DEL REY CATOLICO

Sos del Rey Católico es un municipio de la provincia de Zaragoza perteneciente a la Comarca de las Cinco Villas. La extensión de su término municipal es de 217 kilómetros cuadrados, y su población de 751 habitantes.


En una elevación de la Sierra de la Peña se yergue la Villa de Sos del Rey Católico, declarada conjunto histórico artístico y bien de interés cultural, y cabeza de la comarca de las Altas Cinco Villas.


Erigida sobre un cerro del que salen dos promontorios naturales, en los que se ubican el Castillo y el palacio de Sada, conserva sus características de atalaya fronteriza entre los reinos de Navarra y Aragón.


Sus casas de piedra, aleros, portadas con dovelas y escudos, ventanas góticas y renancentistas, y con sus estrechas calles de antíguo empedrado son elementos que se funden para crear un armonioso monumento.


Casi todas entradas de la Villa conservan las antíguas puertas de la muralla, la principal es la llamada puerta de Zaragoza, donde se inicia la calle principal de la Villa, llamada Fernando el Católico, que sigue la cumbrera natural, y a la que se unen las calles secundarias, en descenso hacia las antiguas puertas.


Ya en el interior, paseando por la calle Fernando el Católico, podemos admirar casas de piedra de sillería y mampostería, casas y palacios blasonados de los siglos XV y XVI, y sus características calles adoquinadas.


La intensa historia de Sos, nos ha dejado como legado uno de los conjuntos monumentales aragoneses más bellos y representativos.


Es obligado aprovechar la oportunidad que ofrece la carretera que la circunvala por completo, para admirar la totalidad de la muralla, y las puertas con sus arcos, que dan una nota pintoresca a las siete entradas con que cuenta el conjunto medieval.

Texto y foto sacada de la web www.sosdelreycatolico.com

SOS DEL REY CATOLICO es uno de los pueblos mas bonitos de Aragón. Os recomendamos visitarlo si no habeis estado.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Historia de Canfranc

En el siglo XI, y a la misma vera del camino de Francia, nació Canfranc como perfecto ejemplo de pueblo fronterizo. En medio de un valle profundo, con escasos recursos agrícolas, sus habitantes se dedicaron necesariamente al comercio, basando su economía en las transacciones entre Aragón y el Bearn, y en la acogida de viajeros y peregrinos.

El actual término municipal se extiende desde la misma frontera francesa hasta los carrascales mediterráneos de Villanúa, y engloba, aguas abajo de Rioseta, el valle del Aragón y las renombradas Canal Roya, Canal de Izas y de Ip: se trata pues de un valle pirenaico por excelencia en el que es perceptible la influencia atlántica que se introduce a través del cercano puerto de Somport Paisaje forrado por prados de siega en el fondo del valle, laderas cubiertas de bosque mixtos, y las zonas más altas reservadas a extensos prados alpinos y cimas rocosas.

Desde antiguo – tal vez desde época romana – hasta la actualidad, las comunicaciones interfronterizas han marcado el origen y la evolución histórica del valle: el Somport – también llamados en tiempos el puerto de Canfranc – es el paso fronterizo menos abrupto y más transitado de todo el Pirineo central. Desde el viejo camino de herradura, transformado en 1876 en carretera, hasta la construcción del ferrocarril transfronterizo – inaugurado en 1928 – y el reciente túnel carretero, la historia de las comunicaciones a través del Somport se confunde con la propia historia de Canfranc.

La antigua villa de Canfranc, pese a los devastadores incendios de 1617 y 1944, todavía conserva parte de su antiguo patrimonio monumental. Los restos del castillo, de origen medieval y ampliado en el siglo XVI, se conservan sobre una roca; la fachada de la torre de Aznar Palacín del siglo XIV; la iglesia parroquial de la Asunción, con sus cuatro retablos barrocos; y el conjunto monumental de la Trinidad fundado en el siglo XVI por D. Blasco de Les para atender a pobres y peregrinos.

Tras el incendio de 1944 se trasladó el ayuntamiento y la capitalidad del municipio al que fuera barrio de la Estación, construido a lo largo del siglo XX en la partida de los Arañones. La Estación Internacional de ferrocarril, monumental edificio con cierto aire francés y espectacular cubierta de pizarra, se ha convertido en el emblema más conocido y divulgado de Canfranc.

La importancia estratégica y militar del valle de Canfranc, dada su cercanía a la frontera, es causa de la construcción de diversos fuertes y posiciones militares, entre los que destacan el fuerte de Coll de ladrones (siglo XVII – XIX) y la Torreta de Fusileros (siglo XIX).

Texto e imagen sacados de www.canfranc.es una Web muy interesante y donde podreis encontrar toda la información de Canfranc.

lunes, 7 de marzo de 2011

Janovas

Corría el 20 de enero de 1984, si esto ocurrio hace 25 años no el la prehistoria. La ultima familia que vivió en janovas tras 20 años de resistencia abandonaron su casa y hermoso pueblo.

Casi todo el mundo pensaba que no se hacia el pantano por su culpa y eso que Iberduero S.A.les ofrecía otra casa en otro lugar .

Promesas de mas de mil puestos de trabajo, millones de vatios por hora, cientos de toneladas de cemento y hormigón frente a la “cabezonería” de esta familia.

El 20 enero llegaron 14 guardias civiles,  el gobernador civil de Huesca y un representante de la oficina de iberduero en boltaña estaban presentes, mientras la señora de la casa echo la llave por ultima vez.

Tardaron 24 horas en volver ya que la casa prometida estaba destrozada , las tierras alquiladas y el agua del pozo envenenada.Se volvieron a Jànovas con la sorpresa que su casa estaba ya desecha.

A otra familia un guardia civil le quito del fuego el puchero y lo dejo en la era, por si querían comer, les tiraron sus enseres por la ventana y les picaron los suelos y las paredes.

Las casas desabitadas las dinamitaban mientras los ingenieros de iberduero se subían a unas mesetas para ver el espectáculo dantesco. Una niña de tres meses estuvo sin querer mamar y hasta los 6 años sufro ataques epilépticos  como consecuencia de todo aquello.

En la escuela entro un día el empleado de iberduero tirando la puerta al suelo de una patada y cogiendo de los pelos a la maestra la saco fuera, detrás salieron los niños a empujones y patadas.

En estos momentos Janovas esta en periodo de reversión. 25 años después  Zaragoza se ha celebrado una Expo del Agua, se navega por barquitos por el ebro, se hizo una carta del agua que ¿quién sabe donde esta?.

Las grandes empresas se comprometen con el medio ambiente.¿creéis que les importa algo?.Yo lo tengo muy claro.



Fuente : Jánovas victimas de un pantano de papel.

¡Aragón, agua y futuro! gritas tú,
pero algo más al sur
puede que griten más que tú.
Me dirás que ser más no es tener razón.
Y ahí dices la verdad, ¡bien lo sé yo!

¡Aragón, agua y futuro!,
¡qué lema mas chulo!.
Aunque, ¿quién es Aragón?
También gritan esos otros:
¡Agua para todos!
(... todos sus campos de golf.)
¡Lo de aquí no es de Levante!
... es para el regante.
¿Pues qué coño pinto yo?...

¡Aragón, agua y futuro!
... para los siluros.
¡Pobre trucha, tú a emigrar!
¿Tu futuro?, el del bucardo
(y te lo fío largo)
si no aprendes a volar
y a vivir de la basura,
que la vida es dura...
Las gaviotas lo hacen ya.

¡Aragón, agua y futuro!
El grifo va duro.
Lo pretenden engrasar
con un plato de lentejas,
cuarenta monedas
y un par de pistas de esquí.
Hormigón, barro y cemento;
turistas, un ciento...
eso me ofrecen por ti.

¡Aragón, agua y futuro!
La ley del embudo:
vota antes de tragar.
Si una trucha y diez siluros
pactan su futuro,
votan once y comen diez.
Si Aragón, Murcia y Levante
votan si hay trasvase,
chupan dos, y traga ¿quién?

Arroz de agua de pantano:
sal, abono y barro
... al aroma de azafrán.
Te dan por liebre, lagarto;
por marisco, sapo.
¡Toma ya “nouvelle cuisine”! En vez de gambas, culebra;
mejillones cebra.
¡Qué sabroso porvenir!

¡Aragón, agua y futuro!
(hoy, barro y siluros)
¡Cambia de receta ya!
En vez de pedir pantanos
¿qué tal si llenamos
los que hay, alguna vez?
Aragón, ¡invierte en nubes!,
negocia en la cumbre
el Pacto de hacer llover.

¡Aragón, agua y futuro!
Lo tenemos crudo
como no cambiemos ya.
¿Aragón, la insostenible,
-¡se fundió el fusible!-
monta la Expo“comarcal”?...
¿Qué voy a enseñarle al mundo,
que al regar, inundo?...
¡Cierra el grifo antes de hablar!

Aragón, un grifo abierto
no frena al desierto:
Mar Muerto del secarral.
De Fontibre hasta el Delta,
aunque a alguien le duela,
sólo hay una verdad:
Que la Tierra es de sus hijos,
el agua, de todos,
y los ríos... ¡son del mar!


La ronda de boltaña
Disco: ¡salud país!
Aragón agua y futuro......imperfecto.

Letra: La ronda de Boltaña