Los primeros restos humanos aparecidos en lo que hoy se conoce
como La Puebla de Híjar fueron los encontrados en el Cabezo Redondo,
pertenecientes a la Edad de Bronce. Sin embargo, las primeras evidencias de la
existencia de civilización en tierras poblanas se obtuvieron con el hallazgo de
una inscripción escrita en latín sobre el asentamiento íbero de “Osicerda”. El
hecho de que la inscripción fuera escrita en latín es una clara muestra de la
evolución de la ciudad íbera “Usekerte” hasta la romanizada “Osicerda”.
Durante la Edad Media, a principios del siglo XIII, la actual
La Puebla de Híjar forma parte de las tierras propiedad del Señor de Urrea y su
nombre es La Puebla de Gaén o de Gayén, la cual estaba poblada en su totalidad
por moriscos. Existen documentos del año 1420 en los que se detalla con nombres
y apellidos quienes eran los habitantes de la localidad por aquel entonces. Como
herencia del paso de la cultura musulmana por La Puebla de Híjar, hoy en día aún
se sigue utilizando la terminología y la tecnología agraria de aquella época. Es
el caso de cosas tan cotidianas como las acequias, los zabacequias, el ador y
multitud de términos más.
En el año 1268, durante la Reconquista, Jaime I lleva a cabo un
intercambio de tierras con el Señor de Urrea con el fin de entregárselas a uno
de sus hijos naturales, Pedro Fernández de Híjar. Tras este acuerdo se creará la
Baronía de Híjar, dentro de la cual se encontraría La Puebla de Gaén. Es
entonces cuando el nombre del pueblo cambia al todavía vigente La Puebla de
Híjar. Los señores feudales estaban adquiriendo cada vez más poder político, con
lo cual, como muestra de agradecimiento a la labor del Barón de Híjar, el Rey le
concede una ampliación de su territorio y le otorga el título de Duque. Es así
como se funda el Ducado de Híjar.
El Duque de Híjar ejerce ciertos derechos sobre los habitantes
de La Puebla de Híjar, cobrando los llamados "sueldos" por el cultivo de sus
tierras, por el uso de sus dehesas, del horno de pan, de los molinos de trigo y
aceite, etc. Además, el Duque tiene total derecho para quedarse parte de la
producción ganadera, hortícola y del cereal que se genere en sus tierras.
En 1495, Fernando I El Católico encarga la confección de un
censo de las poblaciones del Ducado, siendo todos los habitantes de La Puebla de
Híjar musulmanes.
Cuando en 1610 Felipe III decreta la expulsión de los moriscos
de España, en La Puebla de Híjar quedan únicamente unos 27 habitantes. Al año
siguiente, debido a la necesidad de que las tierras fueran trabajadas, el Duque
de Híjar lleva a cabo la repoblación de la zona, trasladando a gente de otros
lugares y concediendo a cada familia que se instalase en La Puebla de Híjar, una
casa, un corral, una porción de terreno agrícola de regadío y otro de
secano.
Ya en el siglo XIX, los gobiernos de Fernando VII comienzan a
implantar en España las nuevas ideas liberales procedentes de Francia tras la
Revolución Francesa. De esta forma se produce la desamortización de los
señoríos, tanto laicos como los de la iglesia, y los pueblos pasan a gobernarse
y administrarse por sí solos. Es entonces cuando La Puebla de Híjar se
independiza tal y como hoy se le conoce.
Texto e imagen sacadas de www.lapuebladehijar.com
Os recomendamos visitar este pueblo turolense, sobre todo en Semana Santa donde se vive de una forma muy especial.
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